martes, 12 de marzo de 2013

Aventuras en el sur de África III


                                              Texto y fotos: Gerardo Rodriguez Muñoz

                                               Imágenes: Natalia Rodriguez Pardo



Como parte final de nuestra expedición nos restaba el desierto de Kalajari, Ciudad del Cabo y vuelta a Johanesburgo. Pero no adelantemos acontecimientos y comencemos por el principio. El Kalajari es uno de esos nombres que, todo aficionado a las expediciones y la naturaleza, lleva clavado en su memoria; y ello no es así sin motivo, este desierto que se traga el delta del okavango es uno de los más maravillosos paisajes de África. Sus arenas son rasgadas por los cauces secos y cuando las grandes lluvias del norte quieren se convierten en verdes brazos del gran río, pero habitualmente su superficie está seca y hay que rasgar en ella para llegar al líquido. Siendo esta la única forma de conseguir su ración diaria. Aún siendo de esta manera son las arterias por las que fluye la vida entre un mar de dunas y estériles, y en sus bordes realizamos nuestras esperas para la observación de una fauna adaptada a este medio, presas y predadores merodean por ellas a la búsqueda de su sustento. En Agosto pudimos ver el espectáculo del nacimiento de los impalas; esos primeros pasos que en compañía de la madre son tan difíciles de dar y a la vez tan importantes, en apenas unas horas el pequeño debe de estar en forma para una vida donde la capacidad de correr es la única manera de evitar a los predadores. Estas bellas imágenes nos ponen el vinculo con estos momentos.   

                                                    Nacimiento de impala en el desierto de  Kalajari

Siempre a la espera del momento propicio podemos ver al predador cumbre de África; suele pasar el día entre los matorrales al acecho y en espera de que caiga la noche su mejor aliado para la captura de sus presas potenciales, que son en este lugar, los orixes del cabo (Oryx gazella) de larga cornamenta. Aquí son inexistentes otros grandes herbívoros habituales en el continente y los elefantes del desierto son peligrosa presa para ellos.

                                              León (Panthera leo) descansando en la pradera

Joven macho dormitando en las arena del Kalajari 

En las secuencias del orix podemos observar un macho con una buena cornamenta. A propósito de esta; comentar la diferencia entre machos y hembras de estos bóvidos, y su distinción que puede ser efectuada por la forma de la cornamenta: en los machos esta es recta desde la base hasta la punta y en las hembras se curva hacia el exterior. Normalmente forman manadas de hasta cuarenta ejemplares donde un macho dominante (se puede dar el caso de que sean varios) regenta a varias hembras, los ejemplares solitarios son más probables entre seniles y adolescentes y suelen ser el grueso de las capturas por sus predadores al ser considerablemente menor su capacidad de defensa aún armados con estas formidables armas naturales.

                                               Bello ejemplar macho de Orix (Oryx gazella)

Hembra herida en la pistas del Kalajari

En nuestro deambular por los cauces fuimos encontrando repetidas veces a este inteligente componente del suborden feliformia que constantemente recorría en búsqueda de caza o carroña los arenales. Territoriales y siempre alerta; en más de una ocasión los encuentros con estos formidables predadores no estuvieron carentes de tensión y miradas que helaban la sangre al más pintado, con todo son uno de los más genuinos habitantes de las arenas y praderas africanas.

                                                  Hiena moteada (Crocuta crocuta) en ronda

El zorro orejudo (Otocyon megalotis) en su subpoblación del área sudáfricana es otro de los habitantes de praderas y desiertos; tuvimos la suerte de ver repetidamente a este insaciable comedor de invertebrados en su continuo ir de aquí para allá al encuentro de algún termitero que echarse a la boca.

                                                    Zorro orejudo (Otocyon megalotis)

Abandonamos con tristeza este enclave único que es el Kalajari  para dirigirnos a otras tierras donde el verde y el mar hacen contraste con todo lo vivido en los últimos días. Pasamos de largo por Ciudad del Cabo no sin detenernos para ver a los simpáticos Pingüinos del cabo (Spheniscus demersus) a los que encontramos especialmente contentos y dicharacheros en unos momentos de febril actividad reproductiva como podréis ver en estas tomas. Monógamos y excelentes progenitores, en este caso son un poco tardíos en fechas reproductivas, suelen efectuar sus lances amorosos y cortejos a finales de Mayo. Lo que os garantizo es un inigualable espectáculo visual y sonoro. Antaño este componente del genero sphenicus era muy abundante en las costas de la zona, siendo el único que habita en tierras cálidas, pero en la actualidad está en serio peligro de desaparición por culpa del ¨Homo predator¨.

                                            
                                                         ¿pero que hacen estos pingüinos?

Pingüinos del cabo (Spheniscus demersus)

De vuelta a la capital tuvimos tiempo para localizar a la cebra de montaña (Equus zebra zebra) y así poder captar unas escenas de este bello équido en peligro de extinción en una de sus dos variante, la del cabo. A la otra, conocida por cebra de hartmann (Equus zebra hartmanae), la encontramos en las crestas de Namibia aunque no pudimos observarla tan a placer.

                                          
Cebra de montaña (Equus zebra zebra)

Nos despedimos de Sudáfrica poco a poco, hasta la siguiente...........................................................................................


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