miércoles, 13 de febrero de 2013

Snow leopard (Panthera uncia)




                                             Irbis, los fantasmas de la montaña en la tradición local.

                        Leopardo de las nieves (Panthera uncia)            

En la casa de las nieves puede uno desvincularse de todo lo que tiene de moderno para sentir la última de las fronteras.

Se estaba preparando una buena....
Antes de abandonar el gran valle del Indo tuvimos la oportunidad de localizar tres buhos chicos, que vigilaban desde un robusto chopo todo cuanto pasaba ante sus  ojos. Los dejamos en su tarea y comenzamos a ascender los estrechos desfiladeros que nos conducían a las cercanía del Rumbak Kangri (4.900 msnm) fui albergando la impresión de alejarme del mundo que conocía para entrar en un lugar donde todavía existen conceptos como eternidad, silencio, y placidez. Acompañado por los integrantes de esta expedición (Cesar - ornitólogo, Luis - biólogo, Fernando - montañero/naturalista, Natalia-documentalista-naturalista, y el que suscribe Gerardo - naturalista) pronto nos vimos embargados por el espíritu de la montaña y su habitantes; si bien el objetivo declarado era la observación del Irbis en su hábitat natural todo aquello que pasaba ante nuestras retinas era motivo de entusiasmo, y así fuimos contemplando todo un mundo que se ofrecía ante nosotros. Unos kilómetros atrás habíamos abandonado las rocas plutónicas del batolito de Leh, y estábamos cruzando las series metamórficas que lo rodean, subiendo el cauce de montaña que nos conducía hacia la aldea de Rumbak en las laderas del Stok Kangri. El río había dejado de correr para convertirse en una blanca y sólida superficie que a partir de aquel día marcaría ,cual un reloj, las continuas idas y venidas que realizaríamos por aquel valle. Llegamos casi al atardecer al abrigo de la aldea donde seríamos alojados por nuestros anfitriones en sus casas de montaña, fue agradable compartir con ellos el que sería nuestro primer té y la alegre conversación que siguió al mismo.

                                                          Buhos chicos (Asio otus)

Empezamos pronto nuestro primer día en busca del Leopardo de las nieves, y decidimos acertádamente  que las cercanías de la aldea era un buen sitio; argumentando que este estaba lleno de barales y donde estaba la presa estaría el depredador, pronto comprendimos lo acertado de nuestra elección. En la confluencia del valle de Kharlung encontramos su heces que estaban todavía calientes y contenían restos vegetales como corresponde esperar de un felino que ingiere hierva, Luis las enterró en un intento de conseguir que volviese a marcar y así confirmar su presencia continuada en la zona. Bajamos el valle principal en búsqueda de nuevos rastros, infructuosamente, pero con continuos sobresaltos y agradables sorpresas. Así recuerdo cuando vi una figura que en primera instancia creí que era un felino en el interior de una grieta del estrecho, para mi decepción resultó ser un impresionante buho real de Bengala (Bubo bengalensis) que no está nada mal para los ornitólogos. En nuestros siguientes días continuamos la exploración de otras cuencas subsecuentes a la principal y sus empinados valles, Husing y Tarbung en los que fuimos atesorando diferentes encuentros con la fauna local.

Buho real de Bengala. (Bubo bengalensis )

Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
Encontrábamos a cada paso escenas que recordar; el Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) era un habitual en todos los pedregales y cielos de las montañas, junto con los bharales (Pseudois nayaur) que se habían convertido en nuestro cebo viviente para el gran fantasma del Himalaya. Este bello bóvido nos dio mucho juego pues en sus locas carreras por las laderas creímos, más de una vez, ver una persecución del ansiado leopardo; vayan aquí unas imágenes para este singular habitante de tan espectacular ecosistema.

Huellas de lobo.



                                                              Bharales (Pseudois nayaur)

Buitres del Himalaya (Gyps himalayensis) devorando los restos de un bharal llenaron el tiempo de una espera en el Husing que finalizó con una vuelta a casa rodeados por una tormenta de nieve que duraría toda la noche. A la mañana siguiente marchamos con la amenaza de una futura nevada hasta nuestro primer puesto; y tras una fría espera a diez y seis grados bajo cero decidimos dividirnos en dos grupos para realizar el trayecto hacia Tarbung, un primer grupo compuesto de tres miembros entre los que me hayaba  comenzábamos a descender cuando localizamos unas huellas de lobo (con todo probabilidad unos tres o más ejemplares) que confundimos en primer lugar con posibles ejemplares de nuestro ansiado felino. Nos lanzamos a una carrera descendiendo el valle azotados por el acicate de la posibilidad de avistamiento,y finalmente llegamos hasta Tarbung donde decidimos abandonar nuestra búsqueda, el regreso era largo y teníamos encima la tormenta que iba alcanzando cotas cada vez más bajas. Alcanzamos nuestro destino y descansamos al calor de la estufa en el hogar de aquella amable gente que  ha quedado para siempre en nuestro corazón. Empezábamos a estar preocupados, nuestro quinto día había concluido y continuábamos sin ver al fantasma, ¿sería verdad su sobrenombre?

                                                    Buitre del Himalaya (Gyps himalayensis)

Mapa de la zona.



                                     
Primeras vistas,en nuestro sexto día. 


                                     
continuamos maravillados.........

En asamblea solemne realizada la anterior noche decidimos comenzar nuestras esperas aún más temprano, si es que esto era posible, y allí estábamos como todas aquellas frías mañanas que habíamos pasado frente a la misma montaña. Luis decidió quedarse en el puesto para mirar mientras los demás intentábamos acceder al valle de Kharlung por una vía alternativa a la de la boca del mismo, al estar esta intransitable por el hielo, pesadamente alcanzamos la cuerda de la ladera izquierda y contemplamos para nuestro pesar que esta vertiente contenía hielo que haría aconsejable no continuar al no disponer del material necesario para seguir. Aprovechamos la altura tomada para mirar la ladera del Rumbak Kangri cuando vimos señales de Luis que nos indicaba que había visto nuestro objetivo en lo alto de la ladera de en frente, pasaron minutos interminables recorriendo cada rincón sin ningún resultado, decidimos volver al cauce del valle y nos pareció interminable los treinta minutos que tardamos en llegar a la altura de nuestro compañero. Allí recibimos la noticias que no queríamos escuchar; era un leopardo y había desaparecido entre las rocas, ¿que hacer? finalmente se impuso la cordura, si había estado allí era posible que continuase agazapado entre las rocas y eso nos daba la oportunidad de encontrarlo cuando tuviera que moverse. Pasó casi una hora hasta que surgió la primera voz de alarma, !ahí está! Aún pasó otra hora hasta que este aviso se convirtiera en la certeza de estar viéndolo y durante este tiempo dudas sobre la identidad de unas manchas que unos pensábamos eran rocas y otros habían visto moverse. Acertaron estos y todos ganamos uno de los grandes momentos de nuestra vida. Allí estaba magnífico ejemplar en lo alto de la roca. Fue pasando la euforia inicial y fueron pasando los minutos, cuando para nuestra sorpresa se convirtieron en dos y en tres leopardos y hasta cinco horas de inolvidables vivencias en las que pudimos contemplar una madre con sus hijos soleándose en aquellas crestas.

                                       Habíamos logrado ver al Irbis en su habitad.



       PD: Todo pasa, y estos emocionantes días en el Himalaya se fueron a formar parte de nuestros mejores recuerdos. Me queda agradecer a todos los componentes de la expedición estos días, y sobre todo a Natalia sin la cual nada hubiese sido lo mismo y nada tendríamos sin sus imágenes para hacer tangibles aquellos momentos.

Siempre atentos y en guardia para que nada se nos escape (fijaos que hasta el de los prismático tiene los ojos cerrados).

Monasterio de Leh






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